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Los suicidios y los asesinatos


 

En esta página encontrarás fragmentos del libro de Wanda Pratnicka
"Poseídos por los espíritus - Los exorcismos en el siglo XXI":

 

En un estado normal de la consciencia están activos en nosotros unos mecanismos de defensa que son parecidos a dispositivos que nos advierten que alguien quiere irrumpir en nosotros. Sin embargo, se dan situaciones en las que las personas pierden el control sobre sí, y no son conscientes de sí mismas. Esto sucede después de ingerir alcohol, consumir drogas, o en todo estado en el que la consciencia se vea alterada (incluso después de fumar un cigarrillo), después de perder el conocimiento, tras un fuerte golpe en la cabeza, o durante una operación, o cuando estamos bajo el efecto de la anestesia general. Entonces el espíritu puede adueñarse de nuestro cuerpo sin nuestro conocimiento ni consentimiento. (...)

A veces, los seres queridos, los amigos y los conocidos no quieren entrometerse en su vida, considerando que lo que hace esa persona es asunto de ella, y que cada uno tiene derecho a vivir su vida como quiera. A veces esto es fruto de la indiferencia que está ahora tan generalizada. Sin embargo, la mayoría de las veces están tan metidos en sus cosas, en sus obligaciones en casa y en el trabajo, que no ven a su lado a esa persona que necesita ayuda. Tras nuestras largas broncas y peleas con el espíritu que habita el cuerpo de nuestro conocido, al final llegamos a la conclusión de que la persona poseída nos ha hecho sufrir tanto con su comportamiento que ya estamos verdaderamente hartos de ella, es mejor que nos desaparezca de la vista. Eso es, por supuesto, lo que el espíritu desea: tener al poseído enteramente para sí. Lo que hace el espíritu con nosotros se lo achacamos a la maldad del poseído, y éste piensa exactamente lo mismo de nosotros. No somos conscientes de que, entre nosotros y la persona poseída, existe un enorme abismo que llena completamente el espíritu, hacia el cual éste la arrastra con todas sus artimañas, que obviamente son invisibles para nuestros ojos. Nos distanciamos del poseído, y él de nosotros. El espíritu nos trae de cabeza, el poseído se hunde cada vez más en la desesperación y está ya a un paso de decidir suicidarse; y el espíritu, a su vez, de liberarse de ese objeto inapropiado. Empieza a demostrarle al poseído que su vida no tiene ningún sentido. ¿Cómo? Haciendo que todo continuamente le dé asco. Cualquier cosa que haga estará mal. No se trata de las críticas normales, hechas con el objetivo de señalar errores que se pueden arreglar. El espíritu desea convencer al poseído de que es un cero a la izquierda, una basura, ni siquiera una persona, sino una cosa sin valor. El momento en que esto le resulta más difícil al espíritu es al principio, cuando la persona todavía tiene mucha conciencia de sí misma y sabe que es capaz de hacer cosas, que es querido, aceptado, etc. Cuando el espíritu desencadena o encuentra un punto de debilidad psíquica en el poseído, aprovecha esa oportunidad, pues sabe que así le será mucho más fácil hundirlo. Si, a pesar de las maniobras del espíritu, la persona siguiese teniendo apoyo en su familia o amigos, el espíritu tendría grandes problemas para incitarle al suicido. (...)

A veces ocurre que el espíritu incita a la persona al suicidio durante un largo tiempo, pero ésta no reacciona. Entonces puede empezar a intentar persuadirle de que asesine a alguien. En muchos países el homicidio está condenado con la pena de muerte, y el espíritu lo sabe. A él le da igual de qué forma se liberará de la persona a la que rechaza. A fin de cuentas, el resultado será, para la persona, la muerte; y para el espíritu, la libertad. (...)